TIEMPO DE LECTURA
23 agosto, 2022En esta primera entrada de nuestro Blog queremos compartir contigo un aprendizaje determinante en nuestros procesos humanos y artísticos, y en la definición de Tejido de Vida. Nosotras mismas continuamos experimentando ese universo de autocuidado, reafirmando nuestra naturaleza.
Mujer Cíclica, flujo de vida
Autoconocimiento es vivir la naturaleza cíclica.
Marcela Quintero
Artista articultora
Día, noche… muerte, vida… luna llena, luna menguante, luna nueva, luna creciente; primavera, otoño, invierno, verano. Movimiento constante, flujo de vida, ciclos de la naturaleza. Vida que invita a observar a escuchar sus ritmos, sus procesos, sus fases. Poemas llenos de color y aventura que piden nadar en el mar inmenso de la divinidad sin miedo a lo desconocido.
Hace aproximadamente quince años, mi universo de mujer, los cambios psíquicos, físicos y espirituales, me empujaban a entrar en un portal misterioso. Un sinuoso mar de sentires, que semana tras semana visitaban mi intimidad, me pedía dar un salto de confianza y responsabilidad conmigo misma. Una mujer como yo, inquieta y llena de energía, pasaba del llanto al éxtasis, de la ansiedad a la confianza, de la rabia a la ternura, del silencio al juego. Mi cuerpo se expandía y contraía; sentía a cuatro mujeres que poseían mis profundas aguas, mi alma.
Entonces, llego a mis manos un libro llamado LUNA ROJA de Miranda Gray, cuando abrí por primera vez sus páginas, cada palabra penetraba mis células y ese portal se hacía más atractivo, devoré cada capítulo con el hambre de una peregrina en el desierto.
Fue en ese momento cuando la sincronía de la vida empezó a enseñarme y conectarme con mi ciclicidad femenina; Cuatro semanas, veintiocho días, fase menstrual, fase folicular, fase ovulatoria y fase lútea.
En ese momento, comprendí la absoluta ignorancia en que me encontraba, aborreciendo mi cuerpo, creyendo ciertas expresiones como “las mujeres no se entienden ni ellas mismas”. Advertí que mi enemigo más grande era la ignorancia: el desconocimiento de mi anatomía, la competencia continua con el género masculino, el no saber danzar con los ciclos como lo hace la Tierra misma, como lo hace la Diosa de las noches.
Estos cambios, son la fuente del gran poder alquímico que poseemos las mujeres para acompañarnos y acompañar a quienes nos rodean. Las mujeres ciclamos cada semana, la química y la física de nuestros cuerpos se mueve al paso de los días. Los sueños traen al consiente lo que nos habita adentro y desea ser transformado u ordenado, los lugares dónde crear nuestras realidades y lo que se quiere entregar, a través de nuestra sangre de vida, a la madre tierra que recibe y recicla lo que pesa para florecer.
Conociendo las mujeres que me habitan, las mujeres que soy…
En primer lugar, se presenta la joven mujer en su tiempo folicular, justo después de menstruar se siente dinámica y llena de una energía renovada. Es tiempo de emprender un mes lleno de posibilidades, es tiempo de ir más rápido y con la mente clara; qué necesito, hacia dónde voy, cómo lo voy a realizar, son preguntas que pueden ayudar a nadar con el flujo de lo que pasa adentro.
Luego llega la visita de esta mujer en tiempo de ovulación, una amorosa madre cuyos sus ojos brillan, cuya piel esta radiante, ella está lista para fecundar vida, ideas, proyectos, está dispuesta a nutrirse a sí misma a amamantar su confianza y el amor propio, maternar lo que le rodea, su familia, sus amigos y su labor.
De esta manera, la vida empieza a menguar llega la fase lútea o pre-menstrual y le va dando paso a un tiempo de más quietud. Nuestro ser poco a poco necesita entrar en silencio, conectando con la mujer hechicera y seductora, empieza a ampliar su mirada y sumergirse en la cueva, pide ir más lento para ver lo que debe soltar, las hojas secas que quieren caer de su gran árbol; a veces quiere gritar, en ocasiones siente rabia, algún dolor en el cuerpo toca la puerta pidiendo atención y orden para que no se instale y se convierta en enfermedad.
Esta mujer posee magia, puede utilizar la danza para bailar sus miedos, para cantarle a su corazón y derretir las corazas; dar color a su historia entre pinceladas y texturas; jugar con letras redondas, alargadas, curvas y pasar de la culpa a la aceptación en un poema atemporal, su sexo necesita el calor vivo de la profundidad erótica que trae amar como unidad, con sutileza y pasión, amor y conciencia.
Entonces, ella descubre que es la alquimista de la tierra y en una inhalación profunda su pelo se convierte en el algodón, se convierte en mujer anciana. Una abuela con su báculo, posee la visión, la verdad, la sabiduría y sabe que se va a entregar a la muerte para darle paso a la vida una vez más. En silencio se embarca y se adentra en la penumbra sin miedo a ver quién es, siempre lleva con ella la luz que puede iluminar toda sombra detectada.
Ella sabe qué es lo que debe transformar, sabe qué movimiento debe dar al renacer, sabe que sus palabras son medicina, que sus acciones poseen las columnas de su vida, que es tiempo de descansar, tiempo de meditar, de agradecer y valorar toda situación que la ha traído hasta este instante, tiempo de bendecir a los suyos y de elevar sus rezos. Quienes le rodean deben darle espacio, llevarle infusiones de yerbas, chocolate caliente, mantas tejidas con hilos de comprensión, es tiempo de entregar su sangre sagrada a la Tierra.
…Pero sobre todo es tiempo de reconocerse y admirarse en su realidad cíclica.
El autoconocimiento y la conciencia de la ciclicidad femenina son principios fundamentales en el acompañamiento que brindamos a las mujeres de las casas refugio en el proyecto Tejido de Vida Escuela de Empoderamiento Femenino en Sororidad.
Te invitamos a ver la narrativa audiovisual para conocer más de nuestro proyecto.